sábado, 25 de octubre de 2014

La Esfinge


Al inicio de la historia de Egipto, las esfinges representaron la fuerza y la sabiduría del rey. Entre todas ellas destaca la Gran Esfinge de Gizeh, erigida en tiempos de la dinastía IV, la época más gloriosa del Imperio Antiguo. Se atribuye al rey Kefrén, aunque algunos autores creen que es obra de Keops, artífice de la Gran Pirámide.

Cuerpo de león y cabeza humana. Este extraño ser híbrido, al que conocemos con el término de esfinge, de origen griego, es uno de los más llamativos del arte egipcio. Los antiguos egipcios lo denominaban Shesep-ankh, «imagen viviente», nombre que daban a las estatuas reales. Simbolizaban la idea de fuerza y poder, y generalmente se representaba al faraón bajo esta forma. Así lo indica el hecho de que las esfinges portaran el pañuelo real nemes, el ureo (representación de la diosa cobra Uadyet) y a menudo la barba postiza ritual, signos característicos de los soberanos egipcios.

Los templos de Karnak y Luxor estaban unidos por una avenida de esfinges con cabeza de carnero que representan al faraon Ramses II. Por lo que es muy probable, pues, que la imagen de la esfinge surgiera en la mente de los egipcios como una manera de fundir la belleza y la ferocidad del león con la sabiduría del rey.

 

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