Al inicio de la historia de Egipto, las esfinges representaron la fuerza y la sabiduría del rey. Entre todas ellas destaca la Gran Esfinge de Gizeh, erigida en tiempos de la dinastía IV, la época más gloriosa del Imperio Antiguo. Se atribuye al rey Kefrén, aunque algunos autores creen que es obra de Keops, artífice de la Gran Pirámide.
Los templos de Karnak y Luxor estaban unidos por una avenida de esfinges con cabeza de carnero que representan al faraon Ramses II. Por lo que es muy probable, pues, que la imagen de la esfinge surgiera en la mente de los egipcios como una manera de fundir la belleza y la ferocidad del león con la sabiduría del rey.
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